Tarde fria -PRIVADO-

Y ese era él de malhumor, es decir, trataba de no salir mucho a la calle. Todo lo que necesitaba lo tenía en su casa, pero por un motivo muy especial se vio en la penosa necesidad de abandonar el resguardo de su hogar. Ahora, tenía que usar la estúpida linea de trenes para poder desplazarse hasta el distrito 8, ¿La razón? Su auto se había averiado, y el estúpido mecánico, con su estúpida desconsideración lo había enviado a él a buscar la dichosa pieza. ¿Qué eso no era su trabajo? Pues debía de ser, aunque suponía que estaba bien de vez en cuando salir y respirar un poco del aire de otros lares.

Andaba de un lado al otro esperando a que su tren avisara el abordajé. Recorrió la mayoria de las tiendas, así como un café que había cerca de la única librería que había, que por cierto se encontraba en condiciones precarias. Comprendía perfectamente que la ciudad fuera la capital de la "fiesta", pero ser parrandero no debía de estar peleado con el tener una librería con suficiente libros, y es que en la ciudad solo dos librerías, y una de ellas era un expendió de droga. Ni hablar, nada había llamado suficiente su atención. Compró un café latte, no era amante de lo dulce pero esperaba con eso su malhumor mejorara. Acomodó los lentes en el puente de su nariz y encendió poco después y con mucho cuidado un cigarrillo.

En eso estaba cuando alguien lo empujó, en el proceso saltó un paso y el café se ladeó chorreándole la camisa, se quejó por lo cáliente del liquido, ante el brusco movimiento del café hirviendo soltó el cigarro que tenía en la boca cayendo también pero sobre la cazadora haciendo una ligera quemadura a la tela y por reflejó de protección dio otro paso más haciendo que sus lentes cayeran. Todo eso en menos de un segundos. Sus ojos se abrieron grandes, cuando un individuo con un carrito de carga estrujó en el suelo sus anteojos. Y un tic nervioso corrió a su ceja.

-lo siento

Escuchó que hablaba la persona con la que hubo chocado, y alzó la mirada para fulminarlo.

- Desde luego... -espetó con el tono ronco y malhumorado, mirando su camisa manchada y aún caliente, suspiró cansadamente buscando algo con la cual limpiarla, mirando sus lentes literalmente destrozado.

Los lentes no eran tan importante después de todo no los necesitaba, simplemente los usaba cuando sentía la vista muy cansada. Aunque sí lo pensaba un poco mejor, se daba cuenta que en ese instante si eran necesarios. Gruñó. Y terminó por sacar el pañuelo de su bolsillo y comenzaba a secarse mientras que veía al chico que huía y regresaba.

El chico amablemente, aunque un poco burlón le ayudó a limpiarse, y Bastian lo fulminó con la mirada cuando tuvo la oportunidad, y una vez resuelto el problema el chico se fue. Mouskuri no dijo nada más, pues no tenía mayor interés en interactuar con aquel que le había derramado el café. Y caminó hacia el andel donde salían los trenes, para encontrarse con la sorpresa que el tren había partido justo cuando todo su accidente había ocurrido. Gruñó, ahora sí estaba enfadado.

Regresó sus pasos hasta la taquilla, compró otro maldito boleto para descubrir que el maldito próximo tren salía hasta dentro de tres horas. ¿Qué demonios iba a hacer las siguientes tres horas? No era fanático de la gente, de hecho se encontraba atestado de la gente que parecía aumentar en la estación. Cuando percibió con la mirada al sujeto exótico que antes hubo chocado con él. Sonrió entre dientes y lo siguió hasta que se posó a un lado de él, sacando un cigarrillo de su cazadora dañada.

- Veo que aún hay gente que le gusta la literatura clásica... -espetó en un timbre de voz sordo-. Y sí preguntas por qué te estoy siguiendo es para que remedies el daño... -dijo y después meditó sus propias palabras-. Bueno, técnicamente no fue tu culpa que haya derramado mi café, o sí, pudiste haber puesto de tu parte y haberme esquivado, o fijado cuando te moviste... -dijo con fastidio-. Pero la verdad es que tuviste algo de responsabilidad -le echó una ojeada al libro que el chico traía en sus manos-. Ahora, no te pediré el dinero por el café, mucho menos por los anteojos, ni siquiera el boleto que tuve que volver a comprar porque perdí mi tren... pero te pediré seas mi compañia en las tres horas que estaré en este lugar... -dijo casi como exigiendo una indemnización monetaria. Le dedicó una mirada profunda y desvió la mirada-. No conozco la estación y no quiero quedarme aquí... me sofoco con mucha gente -confesó con el ceño fruncido.

-Vale, te hare compañía solo porque me aburro y no veré a mi novio hasta más tarde

-Genial... -sonrió con debilidad en un gesto apenas visible a los ojos de cualquiera. Le costaba bastante trabajo convivir con otras personas sin resultar grosero o arrogante, aunque no era su culpa, toda la culpa era de los niños que habían "abusado" -en realidad él los abusaba- cuando iba a la primaria. No obstante, trataba de ser una persona normal y amena cuando alguien se mostraba de aquel modo.

Siguió a su acompañante en silencio. Con las manos en el interior de su cazadora mirando con desconfiada a las personas que venían en sentido contrario a él, era medio quisquilloso con las gentes que chocaban contra él.

Llegaron hasta un café, el rubio dio una valoración rápida y entró. Cogió lugar frente a su acompañante, antes se quitó la cazador y la acomodó en el otro asiento vacío.

Tomó con cuidado el menú, pediría otro café. Expreso sin azúcar. La azúcar le quemaba la lengua. -Y no de forma metafórica-. Cuando escuchó la voz de su acompañante alzó la mirada y otra vez semi-sonrió de forma débil.

- Soy Bastian, mucho gusto Kai... -inquirió dejando por un lado el menú-. ¿Qué vas a pedir? Si gustas puedes ordenar algo de comer -dijo pasando sus dedos sobre el puente de su nariz-. Por cierto, dijiste algo de ser viejo... y puedo apostar la mitad de mi cheque mensual que no eres mayor a los 30 años, amenos que seas un vampiro... pero estoy casi seguro que no lo eres... -ahora ensanchó la sonrisa-, soy muy sensible con el olor de la sangre y tú no hueles a sangre... -señaló emulando alguna deducción del señor Holmes-. aunque también empiezo a dudar que seas un quinceañero humano...